Café.

Había amanecido.

Y sentía diferente ese día la cocina,

La taza no parecía su taza favorita, ni el peso ni en tamaño, pero seguía insistiendo en preparar un poco de café.

Ese día se sentía torpe - demasiado torpe- casi no podía medir las cosas, tiraba mucho grano molido, esparcia la leche...

y cuando por fin pudo sentarse a tomar su café mañanero.

Recordó que le habían amputado el brazo derecho años atrás.

MARIELA SANTONI

Escribo para reinventarme la vida.

Este es un lugar de desahogo.

Si quieres algo profundo lee mis soliloquios.

Si quieres platicar invítame un cafe… o un mezcal.

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